En efecto, cuando desde el impacto del estigma político internacional, hasta la viralidad con que se contagian los recursos a los que los ciudadanos de todo el planeta recurren porque comprueban velozmente su eficacia en la red global no advertimos que nuestra obligación es estar "atentos" a la "libertad" con que se obtienen esos mismos recursos, es posible que estemos dejando pasar un fenómeno que, sin lugar a dudas, ya está presente entre nosotros.
Esta vibrante presencia de la intención de participación de los jóvenes (que como algunos lo llaman: de la "genaración Y") en la tradicional arena de los "sabios" más viejos de la "aldea global", no es una amenaza: es la verdadera eficiencia de la e-volución, y con ello, del crecimiento y de la protección de los valores, pues, al contrario de lo que habitualmente vemos instalado: está más arraigado en ellos la leonina preservación de lo valioso que en nosotros, los que vimos corromperse hasta el más firme de los postulados morales...
Y a propósito de permitir las oportunidades a las generaciones por-venir, eje fundamental en la campaña electoral triunfante, tengamos presente que en tiempos de crisis, la mejor de las posibilidades estará en detectar que para los objetivos comunes -"del tuyo"- no hay más efecto sinérgico que el de la participación de quienes desean, necesitan y creen fervientemente que, con ser escuchados, reconocidos, apoyados..., se refuerzan los valores que forjaron los cimientos de una antiquísima idea aún en construcción: la demokratía.
M.
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